“Una retrospectiva
al estilo de la 20 Century Fox, realizada por Miguel Angel Ojeda, y con la
colaboración especial del aspirante a
guionista: Bochin “
Contemplo y no los diviso, me canso de buscarlos y no los
encuentros. Es inútil luchar contra ese longevo caballero que es el tiempo. El siempre nos sacará su gélida
lengua. A todo esto, pensarán a que me refiero… y bueno, trato de parchar una
vetusta herida producida por esa caja tonta que es la TV, cuando defenestró
hace más de una década a los cines de barrios,
y de esta manera nos libró de un
gran recreo de de la vida. Estos “Tiempos Modernos” que tan bien pintara
Charles Chaplin, sin importarle un rabanito que los “oscar” lo reconociesen. Y
continuó con el siguiente ingrediente: ¿Adonde habrá ido a parar la inquietud y la nerviosidad de las familias del
vecindario, que ansiosas querían merendar expectante un plácido domingo de
matinée, con Gary Cooper, Betty Davis ó
John Wayne?
O la temblorosa espera de las parejitas por conseguir una
entrada que los transportara a la fantasía del cinemascope o la válida osadía
de aquellos mozalbetes, que masticaban chicles con frenesí, mientras fumaban en
el intervalo..
Rostros de púberes
imberbes que procuraban sonreír con la frescura rasurada de un Dustin Hoffman
en “El Graduado”, y que anhelaban tener esa campera negra de Marlon Brando en
“Nido de Ratas”. Y que hablar de las muchachitas invadidas por el acné juvenil,
que escondidas en el toilette, querían y aspiraban a guiñar un ojo como
“Marylin”. Y tampoco se puede obviar el melodrama de esa colegiala del Liceo de
Señoritas, de cutis carmesí, que trataba de cortarse las venas con una foto de
James Dean. Y así era todo. A su vez, las colas
personitas iban movilizándose con un ritmo de pulsaciones pronto satisfechas.,
con el condimento de Los Beatles, como cortina musical de fondo. Además, el
trabajo de los boleteros que con dos brazos no bastaban, del taquillero por
detener el aluvión humano, y porqué no mencionar a la fatiga bañada del gordo
del buffet. Y entretanto, todos una vez
ubicados escuchábamos desde las butacas el: ¡¡Al aéreo bombón!! … u
observábamos en medio de la película, la linterna indiscreta del acomodador
cuando alumbraba un fragoroso clinch amoroso y la concurrencia festejaba la
ocurrencia con pitos y maracas. Y uno se sigue preguntando en el presente como
en mi caso: ¿Que hacen por ejemplo esos supermercados del cinismo, ó esas
tediosas mueblerías en lugar de los cines aquellos?.
…Y no hay respuesta coherente. No se puede, a pesar del
esfuerzo en acertar una definición salvadora. Solo atino a acariciar con el
recuerdo y la remembranza sus divinas fachadas y a sus sinceros rótulos, como
así también a los afiches que adornaban sus frontispicios. Pero, a todo esto
mantengo la tesitura de que la culpa de todo esto la tiene la bendita pantalla
chica, que envidiosa porque los biógrafos estos, conspiraban contra el
aburrimiento diario ó nocturno de las
personitas que circulaban en muchedumbre solitarias buscando un rumbo cierto ó
que se masoqueaban en una plaza. No encontró otro THE END mejor, que el de
irlos desintegrándolos despacito y lentamente hasta la contundente demolición.
Que queda por decir? bueno, que me van a perdonar si me expreso en primera
persona, pero, no puedo omitir contarles una anécdota que viví el otro día en
el toilette de un Café Concert. Mientras me peinaba frente al hermano gemelo
del espejo, la nostalgia me traía a la mente los biógrafos de los barrios.
Entonces comprendí que el tiempo en su constante transcurrir, corroboraba al
“progreso” que nada lo detiene
Pero, también me di cuenta que en este caso es la
inversa; el tiempo que es también un tirano, se salía más bien con un progreso
equivocado. Y que un presunto holocausto nuclear me desmienta sobre si se trata
ó no de un falso progreso.
Ustedes tienen la última reflexión.
Clic! terminé
Miguel Ángel Ojeda
Córdoba Capital
Publicado en Revista Literaria “Mapuche” – Año 3 - Nº 12
– Diciembre 1984.-
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