Atahualpa Yupanqui
Tiempo del hombre
La
partícula cósmica que navega en mi sangre
es
un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino
a mí tras un largo camino de milenios
cuando,
tal vez, fui arena para los pies del aire.
Luego
fui la madera. Raíz desesperada.
Hundida
en el silencio de un desierto sin agua.
Después
fui caracol quién sabe dónde.
Y
los mares me dieron su primera palabra.
Después
la forma humana desplegó sobre el mundo
la
universal bandera del músculo y la lágrima.
Y
creció la blasfemia sobre la vieja tierra.
Y el
azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.
Entonces
vine a América para nacer en Hombre.
Y en
mi junté la pampa, la selva y la montaña.
Si
un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
otro
me dijo historias en su flauta de caña.
Yo
no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
Las
reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Converso
con las hojas en medio de los montes
y me
dan sus mensajes las raíces secretas.
Y
así voy por el mundo, sin edad ni destino.
Al
amparo de un Cosmos que camina conmigo.
Amo
la luz, y el río, y el silencio, y la estrella.
Y
florezco en guitarras porque fui la madera.
Atahualpa
Yupanqui, nombre artístico de Héctor Roberto Chavero2 (n. Juan A. de la Peña,
Pergamino, 31 de enero de 1908-Nîmes, Francia; 23 de mayo de 1992), fue un
cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino.
Es
ampliamente considerado como el músico argentino más importante de la historia
del folklore
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