lunes, 19 de diciembre de 2022

Ismelda Bustamante

 


Volviendo al pasado
 
 Hay en la Villa del Valle de Tulumba, esas viejas casonas, que le dan un misterio, un encanto de otro tiempo, que predispone al recuerdo, a la evocación.
 
 Residencias que poco a poco fueron quedando vacías o pasaron a otros dueños, pero que se yerguen altivas como mudos testimonios de un pasado en el que albergaron amores, pasiones, intrigas.
 
 En la calle de la Policía, frente a la Antigua Casa Parroquial, está la de los Reynafé, con sus gruesos muros de adobe, el techo a dos aguas, sus galerías y el parque, donde un algarrobo centenario parece extender sus brazos protectores, para que el tiempo no destruya lo que guarda este solar.
 
 Caminaba por esa calle, pasada la medianoche, las luces del pueblo estaban apagadas, pero las estrellas brillaban como nunca y la luna derrochaba su luz, plateando los techos y los desparejos veredones de piedra.
 
 La belleza natural, casi irreal, la quietud, me iban inundando poco a poco de nostalgias y emociones. Parecía transitar por el pasado, retroceder en el tiempo.
 
 Un suave perfume me envolvió y un rumor de pasos, de alas, de gasas, no sé porqué me hizo mirar hacia el parque de la casa.
 
 Una etérea figura envuelta en un halo de luz se perdía detrás de los árboles.
 
 Mi corazón comenzó a latir alocado y la sensación de algo sobrenatural superaba mi razón, me hizo apurar el paso, deseosa de encontrarme en la seguridad de mi casa.. Mientras caminaba, una vieja leyenda volvía a mi memoria, me la había contado hacía  mucho tiempo Doña Petrona.
 
 “Los hermanos Reynafé habían tenido una vida signada por la tragedia. Un de ellos, el más apuesto, el más valiente, el más arriesgado, estaba comprometido”
 
 Había dado su amor a una dulce niña que le correspondía con devoción. Paseando por el parque, sentado bajo el algarrobo o las sombras de las galerías, hacían proyectos y dejaron ilusiones. El ajuar esperaba en un arcón, el vestido de novia estaba listo para la boda, una y otra vez postergada.
 
 Los sucesos sangrientos de Barranca Yaco, envolvieron a los Reynafé; la cárcel, el exilio, la muerte se abatieron sobre la tradicional familia. Su última entrevista fue precisamente en la casa de la Villa, allí se despidieron con la promesa y la esperanza de volver a encontrarse para cumplir su sueño de amor. Él debía  huir. Partió hacía Santa Fé, buscando protección. Las patrullas le seguían sus pasos. Le tendieron una emboscada, se vio rodeado y no quiso entregar su libertad.
 
 El Paraná lo esperaba, animó su caballo y con el nombre de su amada en sus labios, se hundió en las oscuras aguas.
 
 Ella lo esperó, le fue fiel toda su vida y volvió una y otra vez a los lugares que los vieron felices . Su amor fue más allá de la muerte.
 
 Por eso su espíritu vaga por la vieja casa, recorre sus galerías, deambula por el parque.
 
 Una mujer vestida de blanco, la novia de Reynafé, en las noches de luna vuelve de los desconocido al sitio donde amó, sufrió, esperó”
 
(tomado del libro antología de escritores tulumbanos: “Villa Tulumba” – Noviembre 2011)
 
Premio “Cacique Sitón”  2021, otorgado por América Madre (AMA)

Poeta, escritora, docente.
Reside en  Villa Tulumba (Córdoba) Argentina.
Publicó: Cuentos para mis nietos; integra la antología “Primavera”, antología poética 2022. Colección “Cuatro estaciones” de Quo Vadis Ediciones.


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