No quiero etiquetas a los milagros que hacen vibrar mi piel. Ni proclamar certezas, ni vuelos de gallinas de mentes sin cuerpo. No importa que las estrellas no titilen de verdad.. Me dirás que ese guiño es la ilusión creada por cierto aire inestable interpuesto. Y esa sentencia cierta me hará ver inmóvil lo que palpita; me impedirá ver que hay mundos que se ocultan y reaparecen con cada migración de nubes. Por eso me río de ella. Reclamo el derecho al diario descubrir que el universo no es un cúmulo ordenado de letras, sino un enigmático discurso. Déjame, al menos, la magia
Capital Federal
Publicado en Revista Literaria “Mapuche” – Año 3 - Nº 11 – Julio - Agosto de 1984.-
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