miércoles, 19 de junio de 2024

Oliverio Girondo.

 

Dicotonomía incruenta
 
Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.
 
Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.
 
Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.
 
Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
 
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.
 
 
Nocturno 5
 
La lluvia,
con frecuencia,
penetra por mis poros,
ablanda mis tendones,
traspasa mis arterias,
me impregna,
poco a poco,
los huesos,
la memoria.
 
Entonces,
me refugio
en un rincón  cualquiera
y estirado  en el suelo
escucho,
durante horas,
el ritmo de las gotas
que manan de mi carne,
 
como de una gotera.
 
Visita
 
No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
La afición al misterio,
El culto a la ceniza,
A cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
Ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
Para lo inhabitado.
 
Cuando venga a buscarme,
Díganle:
"se ha mudado".
 
 Fue un poeta argentino, vinculado a la vanguardia porteña de los años 1920.
1891 – 1967
Publicó: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía; Calcomanías; Espantapájaros (al alcance de todos); Persuasión de los días; En la másmédula

1 comentario:

  1. Oliverio Girondo, dejó una huella imborrable entre los que amamos la poesía.

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