miércoles, 28 de septiembre de 2022

Nº100 - Primavera 2022

Enrique Banchs


Soneto
 
Hospitalario y fiel en su reflejo
donde a ser  se apariencia se acostumbra
el material vivir, está el espejo
como un claro de luna en la penumbra.
 
Pompa le da en las noches la flotante
claridad de la lámpara, y tristeza
la rosa en el vaso agonizante
también en èl inclina la cabeza.
 
Si se hace doble al dolor, también repite
las cosas que me son  jardín del alma.
Y acaso espera que algún dìa habite
 
en la ilusión azulada de su calma
el Huésped que le deje reflejadas
frentes juntas y manos enlazadas
 
Fue un poeta argentino. Cultivó formas clásicas y diáfanas, inspiradas en el Siglo de Oro español, con fuertes reminiscencias hispanogermánicas y modernistas
1888 – 1968
 

Publicado en : “El Rescatador” - Suplemento  Virtual de Revista Literaria “Mapuche”  -  23 de octubre de 2017.

Leyendas Argentinas


Leyenda del Pan de Azúcar
 
Esta historia con matices de leyenda no tiene autores ni autoras. Solamente se trata de una narración que se ha venido trasmitiendo de generación en generación.
En las primeras décadas del año 1500 después de producirse el derrumbe del Imperio Inca provocado por las fuerzas que impusieron   los conquistadores españoles que llegaron a América, se produjo la inmigración masiva de esa raza milenaria, rumbo al sur hacia nuevos horizontes, en busca de paz y tranquilidad, cargando en las alforjas de sus mulas, todo lo que pudieron de sus fabulosas riquezas, desconociéndose hasta hoy su destino.
 
A partir de entonces, los españoles destacaron una expedición al mando de Jaime de Aragón, según datos históricos, hacia la avanzada más austral del imperio; se dice que fue con el propósito de arrebatarle las riquezas y los tesoros que llevaban consigo en el éxodo.
 
Esa avanzada más austral era lo que es hoy, la hermosa y progresiva ciudad de Cosquín, en las sierras de Córdoba.
Se halla enclavada en un vallecito en forma de península, bordeada por el caudaloso Río Yuspe, que nace en la cima de las Sierras Grandes (Los Gigantes), y coronada al este por el majestoso cerro Supaj Ñuñú (Seno de Virgen), hoy Cerro Pan de Azúcar.
Sus maravillosos paisajes, la frondosidad de sus algarrobos y su reconfortante clima la convertían en un oasis, hecho que explica porque esta raza indígena pobladora de esta zona era extremadamente pacifica.
 
Fui así que en el año 1526 comienza a llegar a Cosquín por medio de los (Chasquis), las primeras noticias, que desde el Alto Perú venían bajando seres Humanos de otros continentes, vestidos con ropas brillantes y acorazadas; esta situación despertó la preocupación y el alerta del los habitantes de este poblado, los que, comandados por el Camin (Jefe), implantaron una severa vigilancia que duro nada menos que nueve años.
“Hasta que una mañana – dijo el historiador Aníbal Montes- de primavera, mientras alegres muchachas se bañaban en la desembocadura del Ampa Tomayo (Arroyo que baja del cerro) se produjo  lo que se temía”… ¡Por primera vez llegaban a Cosquín los conquistadores españoles, bajando por el noroeste, después de haber pasado por el pueble de Ayanpitin, en Pampa de Olan, hoy en ruinas…!
 
Durante el primer perìodo de permanencia de dicha expedición en este lugar, los indígenas tuvieron que soportar cualquier cantidad de abusos, malos tratos, explotación y sometimiento de sus mujeres, creando un clima de disconformidad y reacción en Camin Cosquín, hombre alto y robusto, quien vivía con una hermosa india llamada Cosco-Ina, su esposa;  por la cual, esta leyenda también  es conocida como la historia de Camin y Coscoína.
 
La belleza de Cosco-Ina despertó la codicia de un oficial español, componente de la expedición quien no perdía ocasión para cortejar con sus pretensiones amorosas a dicha india. Y fue así, que a al enterarse Camín se enfrento con el oficial en franco duelo, dándole muerte. La reacción de la patrulla expedicionaria fue inmediata, ordenándose la captura del Camin, quién fue perseguido por las sierras varios días. Por la Quebrada de los Leones trepo la sierra y enfilo hacia el Cerro Supaj Ñuñu (Cerro Pan de Azúcar) donde fue acorralado.
En desventaja para la lucha se defendió arrojando grandes piedras por las pendientes las que los tuvo en jaque por varias horas.
Esta situación no podía durar mucho tiempo, hasta que al final, no teniendo otra alternativa, decidió tomar la medida mas extrerna, prefiriendo la liberación a cambio de su vida; y tomando por la pendiente en desenfrenada carrera, llega al borde de los enormes despeñaderos ubicados en la ladera norte, y como si fuera un cóndor que inicia un raudo vuelo, con ímpetu se arrojo al espacio, para luego desplomarse en el abismo, donde encontró la muerte, muerte que lo reviviría en el tiempo, como un símbolo redentor de la libertad.
Por unos instantes todo fue silencio. Solo se oía el viento entre los riscos y el murmullo del arroyo en el fondo de la honda quebrada, donde yacía su cuerpo inerte.
Cosco-Ina, con la esperanza de volverlo a ver, permaneció expectante durante varios días con su mirada hacia el cerro el que, con su muda imponencia, parecía dictarle la sentencia de un mal presagio.
Entre tanto se producía el regreso de los perseguidores de Camin, con los cuales esquivo el encuentro presintiendo una mala noticia que no quería escuchar ni concebir.
Fue así que Cosco-Ina decidió alejarse del lugar, encaminàndose hacia las montañas con el propósito de encontrar a su amado y escapar juntos hacia otros lugares lejanos donde re hacer sus vidas.
Durante varias jornadas deambuló por cerros y quebradas, exclamando a cada paso, con toda las fuerzas de sus pulmones, el nombre de su dueño, sin obtener ninguna respuesta; hasta que en las postrimerías del tercer días, se dirigió hacia la cumbre del cerro Supaj Ñuñú, con el fin de obtener más campo de observación; al tiempo que se derrumbaba una esperanza, una idea se iba encarnando en ella: encontrarlo vivo o morir junto a el.
Largo y escabroso fue el sendero que le toco recorrer, y así, mientras ascendía la empinada cuesta,  una ansiedad infinita la impulsaba a trepar cada vez más y más rápido, hasta lograr su metas; cuando de pronto, una bandada de Jotes (buitres), que planeaban en círculos sobre un punto fijo y al norte del cerro la hizo estremecer; y presintiendo la tragedia corriendo, bajo hasta al borde de los abruptos despeñaderos, quizá con el fin de observar mejor o atraída por una intuición y agudizando la mirada pudo ver, horrorizada, lo que no quería ni siquiera comprender: el cuerpo del ser querido que yacía en el fondo de la quebrada.
Abatida y sin consuelo, permaneció inmóvil largo tiempo, mientras que el dolor le carcomía el alma, y entre cortados sollozos la ahogaban, la aferrada idea se convertía en decisión: morir junto su amado y en el mismo sitio.
Ya era muy tarde, el sol en el ocaso caía detrás de las Sierras Grandes, cuando Cosco-Ina, a modo de despedida, observa por ultima vez su terruño, y en un lastimero y largo grito exclamo: “…Camin…” Y abriendo los brazos como intentando un planeo, salto al vacío para ir al encuentro de su amor perdido.
Esta vez un hubo silencio. “El eco de las montañas repitió por mucho tiempo aquel grito lastimero de Camin…Camin…Camin…” Mientras la penumbra de la noche iba cubriendo con su poncho aquel lugar.
Allá en lo alto, dos cóndores se elevaban circundado el cerro cada vez más hasta perderse en la inmensidad celeste de ese diáfano cielo de las sierras cordobesas.
Desde entonces, al llegar la primavera, a orillas del arroyo de cantarinas aguas que vierten de los cimiento del majestuoso Supaj Ñuñú, las acacias rojas se cubren con sus racimos granates, como si fueran gotas de sangre, que se derramaron aquella vez en aras del amor de la libertad y la fidelidad.-
 

Fuente de la imagen : “Como Cosquín llegó a ser una leyenda”
por Susana C. Otero (adaptaciones e ilustración)
Tomada de la página: Identidad Cultural - https://www.identidad-cultural.com.ar/

Marìa Julia Druille



Observatorio doméstico
 
Cuando Alicia salió de su habitación serían las ocho. Brisa, su hija, estaba dando vueltas por la casa desde hacía rato. En realidad ni siquiera sabía si había dormido.
 
La cuarentena había quebrado la rutina familiar, era un hecho.  Por suerte su marido ya había empezado a trabajar en la empresa y se levantaba muy temprano. A las seis y media tenía que estar en la oficina.
 
Pero Brisa deambulaba día y noche, hablaba con sus amigos, preparaba tareas, filmaba videos, malcriaba al gato, miraba por la tele las fotos de su cumpleaños, dejaba aquí y allá pedacitos de sánguches, vasos con gaseosa y chocolate mordisqueado.
 
Alicia salió sin peinarse y en pijama a prender la cafetera. En un rato empezaba su clase y tendría que apurarse.
 
Sintió como un susurro con su nombre detrás de la pila de platos sucios.  No estaba segura, tal vez eran los ruidos del cuarto de Brisa que llegaban así, lejanos.  Un silencio y otra vez escuchó Alicia, Alicia.
 
Recordó ahí el sueño, que se le estaba borrando, pero hizo un esfuerzo para retener.  Había sido tan claro, tan luminoso .
 
En el sueño se veía el Aconcagua. Lejano se veía, pero imponente, con sus picos nevados. En el sueño sólo ella  con su hermana, estaban alegres y brindaban.
 
Miraban con un catalejo desde Ensenada. No entendía por qué ese lugar, pero en el sueño sabía que era allí. Les parecía raro porque nunca podía suceder eso, estaban a cientos de kilómetros, pero era el Aconcagua, con el catalejo se veía hasta allá. Pensaron que tal vez porque el cielo en cuarentena era más diáfano… y ellas chochas seguían brindando y veían toda la Cordillera de Los Andes.
 
Pensó que el sueño con esa claridad era el reverso de tanta cosa confusa y complicada ahora en su vida y en el mundo. El sueño le mostraba el disfrute que ahora la realidad le negaba.
 
Preparó el café y las tostadas y cuando las llevaba para la mesa volvió a escuchar: Alicia, Alicia. ¿Dónde está Brisa?
 
La bandeja  estuvo a punto de caerse. Sentía una mezcla rara en su cabeza, restos del sueño que le daba vueltas, la clase a medio preparar, las notas  que pasar a sus alumnos y ahora esa voz.
 
No ando bien, duermo pero no descanso.  Voy a pedir un turno con el médico.
 
Pero la voz se escuchó otra vez, en medio del cacharrerío de cosas sin lavar.  Alicia divisó un celular. Desde ahí venía la voz. Alicia, dónde está Brisa.
 
¿Quién sos?  ¿Cuánto hace que estás esperando? ¿Qué pasó?
 
Nada, estaba hablando con Brisa, ya hace rato que me dejó acá y se fue…
 
Pero Brisa está en la compu, ¿por qué no cortó?
 
Sí, me dijo que la esperara, que tenía que mandar algo, pero ya pasó bastante tiempo, no sé.
 
Alicia abrió la puerta del cuarto y la encandilaron las luces de colores que giraban incesantes y daban a todo el recinto una idea de night club doméstico. Sonaba una canción demasiado alto  y  en la imagen de la notebook un grupo de chicos que hablaba por zoom, al divisarla, la saludaron.
 
 Respondió rápido con un hola tratando sin suerte  de arreglarse el cabello, cada vez más desbaratado. Le preguntaron por Brisa. No supo responder. Estaba aquí y se fue porque dijo que en la tablet tenía que responder algo en un meet del colegio, le aclararon los de la pantalla.
 
Cerró la puerta. No daba más. Esto es infernal. A esta hora y la casa llena de gente.
 
Llamó a los gritos a Brisa que estaba sentada en el piso, en un rincón del living, acariciando al gato y de la tablet,  muteada y con su foto fija, salía la voz de la profesora de Matemática que explicaba tema nuevo.
 
Con este aquelarre me olvidé de mi café, lo tomo y a la ducha que en quince comienzo la clase, pensó Alicia, pero en la cocina el celular susurraba su nombre y el chico la seguía sin perderse detalle de  cómo tomaba el desayuno. 
 
Llegó al baño y suspiró aliviada. Por fin, intimidad. Se estudió la cara en el espejo. Se veía demacrada. Un agotamiento la invadía, se daba cuenta. Necesitaba volver a yoga o a pilates. Tal vez empezara con alguna profesora por Internet, pero en realidad lo que le gustaba era hacer yoga en la plaza.
 
Se sentó en el borde de la bañera. Comenzó a desvestirse de a poco.  Tiró cada prenda en el canasto que llevaría al lavadero, más tarde, cuando terminara la clase.
 
Cuando terminó de sacarse el corpiño creyó oír una tos, lejos. Qué extraño pensó. No es la tos de Brisa, parece de un varón.
 
Abrió la ducha. Empezó a jabonarse. Y una voz a través del chorro de agua la distrajo. No quiso pensar. Estaba exhausta. Se enjabonó.  Se lavó el cabello. Al terminar buscó un toallón limpio en el estante y fue ahí que lo vio.
 
No dejaba de disculparse, que no había mirado, que se había tapado los ojos durante el baño, que no había sido su  intención. Y seguían las excusas desde la voz de un celular viejo de su marido, que Brisa rara vez usaba, cuando el suyo no le funcionaba. Ahí estaba la voz y la cara del adolescente todo colorado, con la mirada culposa.
 
Alicia no escuchó más, tiró el celular al inodoro y apretó el botón.
Solo pensó en que tenía que escapar.  Del apuro, dejó la puerta abierta.
 
La encontraron en el Parque Centenario, sin documentos y en bata de baño.  Balbuceaba incoherencias.  Algo así como  que se iba al Aconcagua, con su hermana. Eso sí, que tenía la boca seca, sólo un sorbo, eh, que ya en Mendoza  se daría el gusto de andar por las bodegas , pidió que le dejasen enjuagar la boca con un poco de vino.
 
Poeta, escritora.
Buenos Aires.
Publicò:  Porque habitaste la palabra ; Un extraño se desliza por mi habitación Gramática del tangram ;Sobre rocinantes fieles a causas perdidas; Dispositivos del desencanto; En busca del despertar; haikus con imágenes de Julio César Giuliano; Diversión en la laguna (libro de limericks para niños) con dos CD con los poemas musicalizados ;Cicatrices del viento Jeremías. El arco iris en los bolsillos; Hinojos salvajes; Memorias de un país invisible

Revistas



El Viento
Revista Cultural Latinoamericana
(Guturalmente hablando)
Poesía Periodística
AÑO XXIII - N° 141 - AGOSTO DE 2022
ISSS 2314-2464
28 pàg.
*Sale cuando usted la busca*
Editor Responsable: Luis Vilchez - Idea y Direcciòn: Mònica Algarbe y Luis Vilchez - Diseño y Correciòn: Cèsar Bruto (Rayuela) - Fotografìas, textos y dibujos: Archivos del Viento.
Juana Koslay (San Luis) Argentina
 Imagen de tapa: Niñas dibujan flores y verdes, corazones para Guadalupe, el día de su cumpleaños. Un año sin Guadalupe. El 14 de junio se cumplió un año de la desaparición de Guadalupe Belén Lucero. La niña puntana fue raptada de la vereda de la casa de su tía y hasta el día de hoy nada se sabe de ella. Sus familiares convocaron a una marcha que contó con la presencia de la comunidad en general, como así también de organizaciones feministas, estudiantiles, sindicales y partidos políticos. El recorrido de la concurrida marcha comenzó en la calle Colón y Bolívar, con la inauguración de un mural por Guadalupe y concluyó en el Poder Judicial que estaba con un exagerado vallado y con la presencia cuantiosa de efectivos policiales. Imagen: La Bulla Comunicación Alternativa.
Tiene como fin compilar y difundir la obra de artistas inéditos que no tienen un espacio para mostrar su arte. Salieron hasta la fecha 139 números.
Imagen de contratapa: Ilustración: Paula Nader. Poesía: María Palitachi.
 
Dicha revista es ganadora del Primer Concurso Nacional de Publicaciones Barriales “Contalo vos”, año 2006,  de Comunicación Comunitaria,  Organizado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación Argentina y la Secretaria de Organización y Capacitación Popular, aprobado por la resolución FTSyDH número 395/2007.
 
La Cámara de Diputados de la provincia de San Luis, Argentina, declara: de interés Legislatico y Cultural a la revista cultural El Viento al cumplirse 20 años su creación. Destaca el aporte que esta revista a realizado a la difusión de artistas de la provincia. Declaración número 310 – de la Cámara de Diputados, San Luis, 23 de octubre de 2019.
 
Distingue al poeta Luis Vilchez y la escritora Mónica Algarbe (idea y dirección de la revista), por sus extensas trayectorias literarias. Resalta la dedicación y compromiso con la difusión de la oralidad en la poesía y su aporte a la cultura popular. Declaración número 310 – de la Cámara de Diputados, San Luis, 23 de octubre de 2019.
 
También trabajamos con “Talleres culturales al aire libre” sobre distintas temáticas (música, literatura, plástica, comunicación comunitaria, etc.). Donde se rescatan las producciones artísticas de gente de todas las edades que sienten la necesidad de expresarse. Para luego publicarse en la revista como órgano de comunicación popular.

Libros


 

La sombra de Hècate (poemas) de Roberto Faggiani, Ciudad de Buenos Aires.
92 pàg. 20x15 cm. ISBN: 978-987-88-1484-1
Diseño de interior y cubierta: Andrea Jimena Faggiani
Imagen de cubierta Stèphane Mallarmè
Ediciòn del autor
Buenos Aires.
2021.-
 
Dice Roberto Faaggiani en la contrapa del libro: “La búsqueda incesante de la noche no sòlo trae oscuridad, sino también certezas. Indagar los límites de la memoria es, quizás, una forma sutil que propicia el olvido. Casas encantadas. Cementerios embrujados. Fantasmas y recuerdos: las solitarias disposiciones de las sombras y de la luz”
 
El libro, se divide en cinco secciones: La casa; Cementerio; Fantasmas; La memoria; Final
 
La Casa
 
V
 
Alguien abre despacio la puerta de la casa.
Lo que era reparable en mí estaba en esas manos.
Tengo quebrado el resplandor de la mirada
y los espejos se intimidan
   en su blancura seca de porcelana.
 
Se detiene en el umbral.
la casa es una solitaria pregunta de la memoria.
El lugar donde se cumplen palabras desdibujadas:
             poemas como hondos sonidos de viajes.
 
Decidir.
 
Entrar a través del umbral que se desvanece:
todas sus puertas salvajemente arrancadas.
Cumplir un destino donde lo reparable,
(el pequeño rumor de un corazón que se ahoga)
               duerme aún en el hueco que le hicieron tus manos.
                                                             pàg. 21
Cementerio
VII
Hay un sendero lleno de silencios
y hay un sendero lleno de otoños.
Los árboles erguidos,
desnudos en la tarde,
y una glorieta antigua
             .que guarda los secretos rescoldos de una cita.
Allí las tumbas olvidan también su propia muerte.
Hay simulacro de vida
en los vaivenes del viento embelesado.
¿Pueden los amantes reunirse
             mientras el día ilumina el preludio de la sombra?
¿Pueden morir de amor en sedientos remolinos de hojas?
¿Pueden morir?
La noche que envuelve el parque abandonado
clausura el beso secreto de la vida.
 
                                                      pàg.29
 
Fantasmas
 
XVI
 
Las citas con los fantasmas.
Encuentros solitario
              con los restos del corazón devastado.
Invisibles a la fragancia de la noche,
            reparten prendas de memorias desvaídas.
Y una y otra vez acarician el rostro que no existe,
la mano erguida en búsquedas terrestres imposibles,
los días que se pierden en bruscos almanaques olvidados.
Y una y otra vez resuelven la tristeza
              en los pliegues de una bruma interminable
              en los dictados tan feroces de lo remoto y lo inasible.
 
                                                   pàg. 51
 
La memoria
 
XVIII
 
No se ama la ausencia.
Las manos desprovistas y abiertas,
            inconclusas ante ese destello definitivo.
Miro por una ventana: transparencia.
¿En qué andamiaje  lleno de silencio tu voz?
¿Què condiciones para la palabra soledad?
Una palabra pronunciada con la timidez del día:
los implacables ritos bajo la lluvia.
No se  ama la ausencia.
Un beso vacío
            en ciertas regiones de la memoria.
No se ama donde las palabras
          sangran su dolor infinito.
 
                                            pàg. 59
 
 
Final
 
La memoria reúne  a los fantasmas.
             Coloración de niebla y de sombra la rodea.
La memoria convoca habitaciones deslustradas
            por la antigua soledad de la noche.
y clausura las puerta que invitaban a la luz.
La memoria destiñe salas, anaqueles, gabinetes.
Perfila las escaleras vacías
y cierra las ventanas para que dance la oscuridad.
Hermana las cosas y los seres que apenas existen
             con los destellos apagados de la muerte.
La casa invita como un altar de sacrilegio.
Los fantasmas invocan la diosa de la luna y los partos.
La memoria conjura las palabras dolientes,
             trasmuta la eternidad en instantes de plegaria..
Es hora de la ceremonia oscura
              y de la fracasada alquimia de la luz.
 
                                             pàg. 83
   
Roberto Faggiani. Poeta, docente, especialista en literatura fantástica.
Ciudad de Buenos Aires.
Publicò: Los tácitos senderos; Las sombras transparentes; Cementerio de niños

Belkys Larcher De Tejeda


Mi poesía de vos
 
Internamente / mi parte de lluvia
florece en el silencio / detrás de un libro.
 Albas páginas entintadas de vos
 sorbiendo  tu ser y hasta tu sombra
                 desfilan / en una ronda
                  de horas escritas.
 
 
Aún después del canto / el poema luce
una desorbitez extraña / que
 suele a menudo nombrarte  y
en la llovizna / se oculta
              que a veces reclama / y
               otras veces / olvida.
 
 
Mi poesía enlluviada  /  sentenciada
por los miedos / se acalla tímida
 en alguna ignota esquina del tiempo
  eclosiona en imágenes  / y
                 su corola de palabras / se
                  orgasma /  luego / con vos.
 

 
Nacida en noviembre
 
Noviembre / me ciñe
                     me apresura
                     me celebra
                     se me florece en lluvia.
 
Hubo fiestas / en el estreno
                       de la vida
y hubo días arrebolados
                        con ceibos plegándose
                        sobre sus rojeces /
Soltando avecillas  ruborosas
                          sobre el camino / encostado
                          de viento y de río marrón.
 
 
Ennoviembrada  yo / con este
atávico rastro que mancha la calle
( amago de llovizna
                           que no se atreve a caer )
 
 
Noviembre / me ciñe de infancia
                           me apresura de tiempo
                           y me celebra.
Noviembre / finalmente /
                              me enrojece de ceibos
                              y  me enlluvia de recuerdos.
 
 
Descalcitud
 
Me descalzo los miedos
                  y  avanzo…
 
Descalza voy  / con este adentrado amasijo
                          de recónditos temores.
Descalza / con la duda a la intemperie
                           y el ánimo en la mano.
 
Avanzo con morosidad / descalza
sobre las rocas del momento.
Percibo / la desnudez de mi planta
con su afiebrado aleteo.
 
 
Descalza / expuesta / suspiro  y
                              tremolo ante tu voz.
Ahora / voy por el veredicto
                                lluviaremos la seca flor
                                      de la sábana
                                            los dos / descalzos.
 
 

 Poeta, narradora y ensayista.
Coronda ( Santa Fe) Argentina.
Publicò: Desde mi orilla (poemas); Desde la raíz (poemas); Abrazo de la memoria (poemas); Los juegos de la luz en la poética de Estrella Quinteros (ensayo);Bocetos literarios (ensayos breves); Fue un sueño de amor (cuentos); Delirios y alucinaciones en la literatura (ensayo); Aquerenciado rubí (ensayo);  Hilos de amor y de tiempo  (poemas); De sombra y luz (poemas); Mientras cae la lluvia (cuentos); Latido de horizontes (poemas); Mientras pasan las estaciones (cuentos); .Navegando los miedos (poemas); La sombra de los Montenegro (novela).

La Cofradía de la Flor Solar

 Grupos y Letras en el Rock Argentino  


                                Sombra fugaz por la ciudad


Sombra fugaz por la ciudad

 
Trueno gira por la ciudad
con su aullido brutal de neón
Rostros que van por el horror,
sin un gesto, vacíos de amor.
 
Soy la sombra fugaz que va por la ciudad
percibiéndolo todo sin hablar.
Observando a la soledad, escuchando de pie 
esos gritos de angustia y dolor.
 
Paso habitual igual que ayer
que conduce a ningún lugar.
 
Seca la voz manda la fe
y ojos fijos que ya no ven.
 
Soy la sombra fugaz que va por la ciudad
percibiéndolo todo sin hablar.
Observando a la soledad, escuchando de pie 
esos gritos de angustia y dolor.
 
(del albùm: La Cofradía de la flor solar -  1971
 
Fue tanto una comunidad de artesanos hippies de La Plata como un conjunto de rock psicodélico formado por los mismos, entre los cuales se destacaban el periodista Miguel Grinberg, Kubero Díaz y Eduardo Skay Beilinson (el futuro guitarrista del Los Redonditos de Ricota).
A fines de 1968 grabaron un demo de rock pesado que no fue aceptado por las discográficas. Al año siguiente debutaron en el teatro porteño Del Globo y grabaron el simple "Sombra fugaz por la ciudad". Lograron consagrarse en la primera edición del B.A.Rock.
Con la producción de Billy Bond grabaron el único LP, con la formación Kubero Díaz (guitarra y voz), Morci Requena (bajo), "Manija" Paz (batería), Enrique Gornatti (guitarra) y Skay (guitarra).

José Larralde

 

Estatua de carne
 
Donde la pampa abre su vientre
evaporando al sol su sangre sabia,
mezclada con rocío de mañanas blancas
mezclada con perfumes de pastisados vientos
con mugidos agrestes, con relinchos violentos,
con cantares de pájaros aprestados al vuelo,
con retoños alzados de futuros eternos.
 
Allí donde la tierra pampa se alza en hembra,
donde la luz del sol pega de frente,
donde la cantidad no cuenta mas que para servir al número,
donde el arroyo es vena que se retuerce en rubrica
de lo alto en lo bajo a bañadas lagunas.
 
Donde la vida vive, donde muere la muerte.
 
Donde la sombra dura lo que la luz consiente.
 
Donde los ojos palpan con libertad profunda
el horizonte claro la noche encanecida,
las auroras sonrientes y arreboles orados.
 
Mi tierra pampa de allá vengo,
sin haberme ido nunca, sin dejarla nunca,
tratando siempre de crecer por dentro.
 
De allá vengo... y traigo apadrinandome el recuerdo,
la estatua de carne de una india pampa
que sacudió mi vergüenza.
 
Hubiera querido hablar con ella... pero pa qué...
 
Tenía los ojos tan quietos
enterrados en mil surcos de arrugas que sombreaban
las chuzas clinudas tupido de negro tiznudo.
Su nariz y su boca... indiferentes al olor y al gusto.
Sus manos, unidas en el cansancio de la falda
flaca y estirada de años de preñez.
 
Su pecho tan hundido que en la curva de su espalda
se reflejaba el peso de sus senos abolsados rozando el estómago.
Sus hombros oblicuos y pequeños
me mostraban que hasta el peso de los brazos
cansa cuando siempre se los tuvo pa´ abajo
recogiendo tiempo vacío de esperanza.
 
Tal vez el polvoriento médano viajero,
alguna vez, la llevó en ancas de paisajes nuevos.
 
Tal vez el viento de la Pampa vieja,
le canto coplas que aprendió de lejos.
 
Y allá... cuando el poniente se acurruca en sueños
sintió que la nostalgia le arrimaba leña pa quemar silencios.
 
Tal vez se emborrachó de orgía, de sexo,
que culminaba la novena luna sobre el cuero de oveja
que se tiñó de rojos cuajarones,
y secó de olvido en otra vuelta.
 
Tal vez tiene la suerte de ser virgen
aunque pariera mil por su bruta inocencia.
 
Tal vez, alguna vuelta, se canso de esperar nada
y cambio su espera por distancia.
 
Distancia quieta...
retorcida en troncos de piquillinales con paciencia mortal,
pero latente hasta en la corteza de tu rostro.
 
Porque Dios ha querido que su cuerpo y su alma sean una sola cosa.
Hubiera querido hablar con ella.
 
Pero pa qué...
 
¿Pa clavar otro Cristo sin mas güeltas?
¿Pa arrancarle lo único que le queda después de haber vivido como nadie
sin haber recibido ni el barato desdén pal que molesta?
¡Si hasta al perro se le dice jüera cuando tironeando la osamenta!
 
Lo único que tiene es el silencio, y porque no da leche se lo dejan.
Los tiempos cambian, los recuerdos quedan,
los hombres mueren cuando no hay vergüenza.
 
La sombra crece dentro de la conciencia,
si la conciencia no crece en la sombra.
 
Yo me pregunto
¿Cuanto tiempo se precisa pa saber cada vez menos?
¿En qué lugar de la vida nace la resignación?
Solamente el miedo incuba diferencias.
 
Y solamente desde desdichado miedo ajeno
se nutren los enfermos autodiferenciados de potencia,
inaceptable capricho de querer cubrir el sol que nace para todos
con el tóxico aliento de la mentira, negación absoluta del razonamiento.
 
Y pensar... pensar que allí nomás,
desde donde pa cualquier lado se mira adentro.
 
Donde la luz y la sombra se juntan pa algo mas que pa que pase un día.
Donde el lento ascenso de los caldenes contrasta,
con la siembra, madurez y cosecha de trigales.
 
Allí nomás... donde un día la lanza metió punta,
y el sable revolvió polvaderas en quita y en defensa,
en puteada que se quedo colgando en una baba de cansancio y agonía.
 
Donde la sangre gastada...
Donde la sangre gastada que mojaba el suelo,
hoy mismo se evapora y sigue revolando cielo de auroras y ponientes.
 
Donde el viento se ayunta cuando al cielo se arriman nubarrones.
 
Allí nomás... la vi sentada....
con sus ojos tan quietos,
con el tiempo metido hasta en las uñas,
con el sosiego entero escrito en el espinazo,
la estatua de carne que enarbola ciclos de olvido y de miseria.
 
Me sentí tan pequeño ante tanta grandeza.
¿De qué vale mi canto sin tu algo?
 
Si algún día... llegara mi copla hasta tu oido,
no pienses que te estoy utilizando,
la sucia diferencia que separa, la inventó Dios como castigo
que habremos de pagar tarde o temprano
sin tener más que el alma por testigo.
 
(del albùm:  “Con Mi Sangre de Hoy” -  2000)
 
José Teodoro Larralde Saad . Conocido simplemente como José Larralde, es un cantautor y poeta argentino que destaca en la milonga campera. Es uno de los referentes más destacados de su género y de la música popular argentina. Recibió en 1995 el premio Konex de Platino como el mejor cantante masculino de folklore de la década en la Argentina.
Natural de la localidad de Huanguelén, en el suroeste de la provincia de Buenos Aires, en 1937.